
en la guerra. Soy eco, olvido, nada.”
JORGE LUIS BORGES
martes, 6 de mayo de 2008
Para que tú nazcas

lunes, 5 de mayo de 2008
Sala de urgencia

Desciendo la colina de mi segundo siglo
en este milenio recién comenzado.
He dejado atrás
las espinas desnudas de las rosas,
las huellas en las nieves
de las largas noches de vigilia,
las ruinas de los secretos
custodiados en las catedrales
con aromas de incienso,
que embriagan a las palomas
cuando descifran mapas de aire.
Ya no veré más
el humo de los mares,
ni pasearé descalzo
por los silencios de mármol
de aquella sala de urgencia,
un cartel con la palabra soledad.
Y sólo ahora,
que he llegado a la planicie,
mi memoria de cera
arde como un cirio pascual
que se derrite en el balcón
de mis sueños vacíos.
domingo, 4 de mayo de 2008
Sólo la inmolación queda

Nada queda del destino en el jardín
donde guardo el árbol de la vida.
Ni una simple neurona abandonada,
que sea capaz de generar un cataclismo
en el Jekyll y Hyde en el que me he convertido.
La vigilia en la que habito es un tormento,
un artefacto destructor del arquetipo de la existencia.
El sueño parece haber tocado fondo.
Ahora solo soy una paradoja,
un absurdo ser o no ser de ira
dentro de este estéril pabilo, que gota a gota
va derramándose en el abismo.
Nada queda del destino en esta decadencia.
Ni estandartes pasados ni armados escudos,
ni metáforas ni antiguos símbolos,
ni gloriosos salmos ni evangelios.
Solo la inmolación queda.
sábado, 3 de mayo de 2008
viernes, 2 de mayo de 2008
Son tantas
jueves, 1 de mayo de 2008
Estos versos

miércoles, 30 de abril de 2008
Enredo de palabras

Tengo una palabra
enredada en la garganta,
un sustantivo,
mujer, hombre,
amor, amante,
tierra, madre,
fuego y agua,
mar y aire.
Quizás sea un adjetivo,
rojo, azul,
verde, limpio,
grande, libre,
blanco, radiante,
o tal vez un pronombre
para no nombrarte.
Tengo una palabra
enredada en la garganta,
una palabra aguda
en mi úvula de cristal,
una palabra grave
que se deshace
en el torrente de la sangre,
una palabra esdrújula
como la luciérnaga
que uso para alumbrarte.
Tengo una palabra
enredada en mi garganta,
que se desangra
en lexemas y morfemas,
en vocales y consonantes,
para desaparecer entera
por los desagües del silencio
en los sumideros del aire.
Tengo una palabra
enredada en la garganta,
y encima de ella
siempre acecha una tilde,
como puñal florecido,
que incrusta en mi cerebro
el punto final.