El descubrimiento, 1982 - EDUARDO ÚRCULO
No comienza aquí el paisaje de girasoles
germinados en tu memoria,
ni empieza la cúpula de humos y cenizas en mi mirada de
cristal.
No comienza aquí el melancólico horizonte
de mi voz quebrada,
ni empieza el sonido de las burbujas en tu alma.
No comienza aquí la alianza de tu furtiva mirada,
ni empieza el llanto de mis troncos retorcidos
que antes fueron flores.
No comienza aquí el abanico de lenguas
de la Babel encantada,
ni empieza el maná caído en el Éxodo.
No comienza aquí el color de tu frente,
ni empieza la herida sangrante
de las espinas en mi celada.
No comienza aquí la ráfaga incesante del aguacero
en mis calladas tormentas,
ni empieza el oasis de frutas y canela en tu desierto
dorado.
No comienza aquí la fuga rota de los cuatro vientos,
ni empieza el trance de mi errática pluma
descendiendo al infierno.
Sólo comienza el dolor agrio de la muerte,
el fuego eterno de la ebria sustancia de la nada.