Timanfaya, 1965 – CÉSAR MANRIQUE
El viento y las cenizas
funden ya mi carne de lava
y al fondo, entre líquenes
y escorias, brota el blanco
de Yaiza en mi mirada.
Corren ríos de fuego,
de negro y rojo magma en mi memoria,
y explosiona mi corazón
hasta quebrarse, como un jameo,
las paredes de mi alma.
Entre juncos y olivinas
recorro el Valle de la Tranquilidad,
hundiendo mis pasos sobre la tierra quemada,
al tiempo que la maresía del Atlántico
me empapa de azul en la distancia.
De nuevo, vuelvo a respirar la luz
en esta dorada mañana de junio
entre las luces y las sombras de Timanfaya.