El beso de la Esfinge, 1895 - FRANZ VON STUCK
En la geometría del anochecer
sobre un inmenso vientre de aire y fuego
descansa la fuente de mi silencio
donde se engendra la luz del lenguaje.
El crepúsculo nace quimérico horizonte
que descansa ávido de carne
cimbreando su torso desnudo y alado
sobre la comisura de mis labios.
La noche es una vieja amante
que devora los restos de mi sexo
en el destierro de mi árido cuerpo
ante la espera atónita del amanecer.
Regreso al mismo ciclo de cada jornada
donde noche y día son la misma Esfinge
y sólo son las palas de un noria rota
que ha dejado para siempre de rodar.