Once where we looked to put down our dead, 1996 - ERIC FISCHL
Vuelve a temblar tu nombre
en el vértice de la noche,
donde habla siempre el oráculo
desde lo alto de las almenas.
Mi alma ungida con bálsamos
de luces y flores de azahar
se convierte en resina
y en sedimentos nocturnos,
y aterida se desvanece
en la umbría del jardín
entre los pétalos del silencio.
Solo el desencanto
me mantiene en vilo
ante el rumor
de los ríos de pólvora,
que llevan a la deriva
el desnudo de mi memoria
hacia el lecho del alba
para arder definitivamente
en la pira de tus labios.