L'esquive, 1980 - ISTVÁN SÁNDORFI
Nació plomiza la mañana
y ahora sólo escucho la lluvia
descendiendo tras los cristales,
todo ha quedado en silencio
en este preciso instante
como si el anodino mundo
ya se hubiera cansado
de alumbrar este caos
que me habita en el eco
de los cuatro vientos.
Todo está en calma,
suspendido en una hebra
de aliento siempre contenido
en el presagio de nuevas tormentas
y, de repente, en el mediodía,
reparo en el canto de un mirlo
entre los árboles del jardín,
que me sobresalta el ensueño
como el rumor del océano
en la madrugada.
Agoniza la tarde
y al cerrar mis ojos
vuelvo a oler aquella hojarasca
y a escuchar el sonido
de las dormidas campanas,
y siento caer el fuerte aguacero
por la sombra de mi piel
y me vuelvo a sentir solo,
como aquel veintiocho de enero,
muerto en las pupilas de tu alma.