Tormenta I - Luis Argudín
El día ha muerto sin aviso.
Los campos se han vuelto cenizas
y los pájaros han dejado de trinar.
Hoy todo es gris y sombrío.
Sangran las heridas de mi piel
y me pesa el aire que respiro.
El sol ya ha desaparecido
entre las sombras del ocaso,
sobre el horizonte del océano.
La noche se ha quebrado
en un crisol de luz ciega,
que alumbra toda la estancia.
El cielo continúa estremeciéndose,
expeliendo mil rayos
que se ahogan en la mar.
Esta noche de tormenta,
rielando en mis pupilas
presagia una nueva aurora.