Sólo soy como la hojarasca
que corre muerta río abajo,
empujada por la brisa de la noche,
mientras la luna se deshilacha
con timidez sobre mi piel.
Mis ojos sienten ya el peso del aire
que con su rumor invita a girar la llave
de esta cerradura en la que habito.
El océano está en calma,
sobre las ingenuas olas se destejen
una legión de palabras estampadas
que al alcanzar su cenit la noche
se sumergirán para siempre.
El océano está en calma,
sobre las ingenuas olas se destejen
una legión de palabras estampadas
que al alcanzar su cenit la noche
se sumergirán para siempre.