Der Angler, 2004 - DIANA KRASSELT
Es la luz
aunque el tiempo sea
implacable
y nos diluya en medio de la
nada.
A pesar de que nos reviente
antes de nacer
y nos ahogue después de la
muerte,
aunque nos inunde de
soledades y penas
y nos anegue de ausencia el
alma.
Pero es que el sueño es tan
obstinado,
que a veces nos deja ciegos
en medio de la tormenta
y ni tan siquiera las nubes,
ni las estrellas del
universo,
son capaces de llenar
nuestros ojos de vida
por más que necesitemos sólo
un instante para el recuerdo.
Es la luz
y a pesar de ello continúo
aquí,
viendo pasar la vida como
penetra en el alma
desde el fondo de la
existencia,
como si fuera un manto de
lava incandescente
discurriendo por la cansada
piel,
como una tierna palabra
susurrada
en el silencio sideral de la
noche,
como estalla el oleaje del mar
bravío
en las arterias rotas de las
caracolas,
como el deseo ardiente de
abrazarte con fuerza
en la larga oscuridad de mi
travesía.
Es la luz,
y sin embargo yo no quiero
verla.