Kopfgeburt, 1992 - DIETMAR GROSS
No pido esta vez,
como en otras tantas ocasiones,
que me lean atónitos.
No pido que me dejen
en entera libertad
porque nunca la tuve.
Tampoco pido permiso para hablar
porque lo que quiero decir
no se puede expresar con palabras.
No pido nada
porque, nada en sí,
sería ya exigir algo.