El gran paranoico, 1936 - Dalí
Nada queda del destino en el jardín
donde guardo el árbol de la vida.
Ni una simple neurona abandonada,
que sea capaz de generar un cataclismo
en el Jekyll y Hyde en el que me he convertido.
La vigilia en la que habito es un tormento,
un artefacto destructor del arquetipo de la existencia.
El sueño parece haber tocado fondo.
Ahora solo soy una paradoja,
un absurdo ser o no ser de ira
dentro de este estéril pabilo, que gota a gota
va derramándose en el abismo.
Nada queda del destino en esta decadencia.
Ni estandartes pasados ni armados escudos,
ni metáforas ni antiguos símbolos,
ni gloriosos salmos ni evangelios.
Solo la inmolación queda.