El gran paranoico, 1936 - Dalí
Nada queda del destino en el jardín
donde guardo el árbol de la vida.
Ni una simple neurona abandonada,
que sea capaz de generar un cataclismo
en el Jekyll y Hyde en el que me he convertido.
La vigilia en la que habito es un tormento,
un artefacto destructor del arquetipo de la existencia.
El sueño parece haber tocado fondo.
Ahora solo soy una paradoja,
un absurdo ser o no ser de ira
dentro de este estéril pabilo, que gota a gota
va derramándose en el abismo.
Nada queda del destino en esta decadencia.
Ni estandartes pasados ni armados escudos,
ni metáforas ni antiguos símbolos,
ni gloriosos salmos ni evangelios.
Solo la inmolación queda.
la belleza te rescata
ResponderEliminarpoeta de sensibilidad intacta
antes de la inmolación queda
la vida,que te busca y espera
en un gran aplauso de primaveras!
♥♥♥besos♥♥♥
No te inmoles por Dios!
ResponderEliminarahora que he descubierto tu poesía,
espera.
y piénsalo, llega el verano,
un beso,
ana
Mia
ResponderEliminarA veces es necesario inmolarse para renacer de nuevo. El ser humano siempre está inmerso en un círculo de vida y muerte.
Un beso
Ana
ResponderEliminarNo te preocupes. Prometo renacer con más brío después de mi inmolación.
Un beso.
Un poema exquisito Noray, el renacer a la vida después de la muerte. Precioso y redondo.
ResponderEliminarEn mi post dehoy, Las cosas sencillas de la vida, te he dejad un pequeño desafío.
Espero que lo aceptes.
Un beso.
la inmolación es para una resurrección:
ResponderEliminaruna insurgencia, una rebeldía contra el destino
un renacimiento
un abrazo
Camille:
ResponderEliminarLo has descrito perfectamente.
Un abrazo.
Soledad
ResponderEliminarVida y muerte,
muerte y vida,
son la misma rueda
de un mismo sino.
Un abrazo.