Ahora que estás en la otra orilla,
en alguna parte de la inmensa nada,
me cuesta llegar a ti.
Ya no podré mirar tu infinita mirada.
Ya no podré leer tus grandes labios
antes de que los abras.
Sólo me queda amarte
desde esta arena cálida y movediza,
esperando que más allá del fin del horizonte
se alumbre el recuerdo.
No sé si podré permanecer con tu estigma
en este enorme vacío, olvidado de mi mismo,
esperando que regrese la ola
para ir a tu encuentro.
Si no volviéramos a vernos al final de todos los tiempos,
cuando los dos estemos ya en la inmensa nada,
nos volveremos a amar
como sólo se aman los muertos.