A veces tengo miedo
de contemplar el universo,
tengo miedo de tanta melancolía en soledad,
miedo
de tanta palabra no dicha entre tantos silencios.
Tengo miedo
de soñarte, de mirarte, de tocarte,
cuando el amor nos juega una mala pasada
y se refugia en otra alma y otro cuerpo,
dejándonos a solas con el deseo a flor de piel.
A veces las cosas suceden en un preciso instante,
como las perseidas
que cruzan el firmamento.
Lo fugaz es solo un impulso, una desazón, una condena,
y esos momentos se hacen tan eternos
que nos cosemos el corazón con hilos de pena.