
No es el vigor de tu piel
arada con millones de fonemas.
No es la huella imborrable de las adelfas
penetrando en la metáfora de la razón.
No es el desnudo de tu herida
bordada en las colinas de la patria.
No es la sonrisa de la medusa
gestada en las aristas de la mirada.
Sólo es el cáliz de tu ausencia
en mis silencios abisales.
en mis silencios abisales.