Self-portrait,
1989 - VIKTOR LYAPKALO
Jamás pudo el silencio con los labios
de una rosa llena de espinas
ni con las lágrimas de un jazmín
muerto al amanecer.
Todo fue un naufragio en mitad de la noche,
antes de que tu etéreo cuerpo
se desnudase entre mis sombras
con el último rayo de luna.
Siempre fuimos dos silencios
soñados sobre los labios de la mar,
con el salitre cimentando cada palabra
saciada de dolor y ternura.
Éramos sombra y silencio
revoloteando nuestras quimeras de papel,
empapándonos de un lenguaje nuevo
colmado de poesía.
Éramos dos gotas de lluvia
cosidas en las alas del aire
para engendrar el arrullo de la noche
que nacía en nuestra propia piel.
Siempre fuimos dos versos solitarios
fondeados en la ribera de la luna.
Solo somos dos versos deshabitados
eternamente a la deriva.