Poèmes barbares, 1896 – PAUL GAUGUIN
El sueño siempre fue mar antes de ser arena.
Nunca llegó a ser realidad hasta que despertó el alba
sobre los cristales de hielo de mi ventana.
Aún late en mi cuerpo la voz quebrada de Camarón,
cantando La Tarara de Lorca.
Todavía resuena el eco de su voz en mi sangre.
Nunca hubo otro mar ni otra arena distinta
que estas huellas de seda abandonadas
en el silencio del carmín de los geranios,
bajo la luz de la primera luna de primavera.
Todavía palpita tu silencio,
como un relámpago en medio de la noche oscura.
Aún perdura el timbre de tu nombre
sobre las ascuas del lenguaje crepitando en mi interior.
Y aunque sé que no veré contigo
jamás ese soñado amanecer ni ninguna puesta de sol,
yo continuaré escribiendo sobre tu piel
cada uno de mis poemas.