
Te entrego mis últimos versos
en esta noche cálida de noviembre
cuando la luna está quebrada de melancolía
y no ilumina ya mi razón ni mi alma.
Todo es sombrío, ceniciento y pardo,
no refresca el soplo de la brisa marina,
ni cesa en mi cuerpo la tempestad interior
a pesar de la lasitud de otra jornada.
Intento escribir un poema esta noche gris
pero ahora mis ideas no fluyen con luz,
quizás la voz del océano haya muerto
dentro de mi antigua caracola de nácar.
No lucen añiles estrellas ni planetas escarlatas,
hoy mis ojos están cegados y mi memoria helada.
Siento un trepidante vacío en la piel
y soledad en las hojarascas de mi alma.
Aún así, te entrego mis últimos versos,
quizás sean ya los últimos que escriba
antes de que mañana vuelva a ser roca viva
al despuntar la aurora del nuevo día.