El cielo vuelve a estar demasiado oscuro.
La mañana se ha vuelto mustia noche
y la espesa lluvia inunda mi alma rota.
Me encuentro solo, aquí sentado,
derramando la mirada al firmamento
y hundiendo mis manos en el vacío eterno.
Solo soy, como el ciprés, un cadáver más
entre los que yacen en este cementerio.