Un instante ad aeternum

Eternidad, 2007 – NICOLE SÁNCHEZ

Habitaré en el aire que respiras a diario,

en cada uno de tus tiernos abrazos

y en los besos que dan tus labios.

Existiré en cada una de tus huellas

porque yo florezco con tus pasos.

Te coseré las plumas una a una

para que de nuevo remontes el vuelo.

Te sostendré cuanto sea preciso.

Te levantaré cuantas veces sea necesario.

Y si algún día no estuviéramos,

quizás porque sucediera algo,

aunque afuera continúe el vértigo

y el universo entero sea al fin un caos,

sé que viviremos dentro de nuestro pensamiento

porque derrotaremos al inexorable tiempo

para amarnos en un instante...

ad aeternum...

como sólo saben amarse los enamorados.

Era la última noche

Schwarzmondnacht, 1944 - KARL HOFER

Era la noche,

la noche sin estrellas

ni luz de luna.

Era la noche atroz

a solas y a oscuras.

Era la noche,

la noche eterna

que vela a la muerte.

Era la noche verdadera

y yo echaba mi suerte.

Era la noche,

la noche sin palabras

y el silencio me inundaba.

Era la noche muda

y el desasosiego me asfixiaba.

Era la noche,

la noche de los aguaceros

y de la tormenta,

la noche del destierro

y la más cruenta.

Era la noche,

la noche del ávido océano

y del feroz desierto,

la noche del negro abismo

y del póstumo beso.

Era la noche

y el sol se desangraba

en las crestas del mediodía.

Era la última noche

y yo estaba a la deriva.

Renace el hombre

Rebirth, 2009 - TRISHA LAMBI

Vuelvo a nacer en el vientre de la alborada,

cuando los ríos de luz arrojan bolas de fuego

y ruedan por las avenidas que guardan los girasoles.

Renace el hombre en la pleamar del mediodía

para ser marea del viento,

que hostiga el incansable silencio de las catedrales.

Vuelvo a nacer en las esquinas de esta tarde otoñal,

cuando la hojarasca se amalgama con el barro

y se torna estigma del olimpo.

Renace el hombre al adentrarse en la umbría

y al contemplar su rostro en la efímera nieve

se vuelve tan solo un hombre muerto.

La sombra del Flatiron

The Flatiron, 1905 - EDWARD STEICHEN

Un colibrí multicolor
cruza Broadway Avenue
y planea en círculos concéntricos
sobre la sombra del Flatiron,
cuando la primera luna de verano
desprende una luz de fuego
sobre las rosaledas de cristal,
que se alzan al atardecer
con una pátina que bruñe el aliento
y refleja el firmamento en mi mirada.

Entre los pétalos deshojados de las rosas
relumbra Time Square en la distancia,

como un espejo de tornasol
que va cambiando de color
en las aristas de mi memoria,

y detrás de la arboleda perdida
de la pomposa Five Avenue
se abre, como un oasis, Central Park
frente al Dakota Building
y, sentado en un banco del paseo
escucho a Lennon cantando Imagine

junto al Strawberry Fields Memorial,
vuelven a florecer los cerezos.

Fluir en un haiku

La sonrisa de una lágrima, 1973 – JOAN MIRÓ

No muere el hombre.

Sólo fluye el océano,

nace la vida.

Te esfumas sin dejar rastro

L'intrigue de Neá, 2006 – ISTVÁN SÁNDORFI

La luz de la luna ilumina tu silueta,

dibujándola en el vaho de la ventana.

Desaparece la oscuridad

y mi noche se hace mañana,

como si el péndulo del tiempo

se hubiera callado de repente 

en el corazón de este lirio.

Un frío me corre por la sangre

y por cada fragmento del cuerpo,

desnudo en la silente oscuridad.

Fluyes como un torrente

entre las sombras de la noche

y te esfumas sin dejar rastro

entre los poros de la piel,

sin que tu sueño y mi sueño

se hagan realidad.

En el espejo de tu rostro

Interior with hand mirror (self portrait), 1967 LUCIAN FREUD

Me miro en el espejo de tu rostro

y me duele este silencio 
en tu sangre,

esta estéril 
y fría soledad en tu carne,

estas últimas palabras
ya muertas

en la memoria de tus labios.