Silencios minerales

Basalto, 1993 - BAUDILIO MIRÓ MAINOU

Náufrago de la madrugada,

hilvanando la humedad

con finos hilos de nácar. 
Desnudo rubor del gozo
sobre el níveo vientre

de un jardín en plenilunio.
Altar de amor y desamor,
bajo el interminable aguacero
de un mar de ámbar.

Eco perpetuo de la mañana,

como encendida nebulosa

de silencios minerales.

Quieto amanecer

Hombre sobre un mar de nubes, 1818 - CASPAR DAVID FRIEDRICH

Quieto amanecer

detenido en el corazón de la escarcha.
Jameo de fuego
en bermejo cerebro de presagios y nieblas.
Mar de nubes
que enjuaga de salitre los agrestes labios.
Fresca hierba
de delicado perfume en estériles manos.
Soplo de alisio
que revives los estambres  de la existencia.

Como huella de aire

Salitre, 2008 - JOSÉ LUIS SANTOS

Gota de rocío,

a la deriva entre almas

de frágiles amapolas.

Estela de mariposa

en la cresta de una ola.

Raíz ácida y herida,

desangrada en la ribera de tu río.

Cristal de sal,

sobre la húmeda roca

de este amanecer en el olvido.

Como huella de aire.

Estéril boca de silencio

hendida en la ausencia.

No es esférica la luna

Payés catalán al claro de luna, 1968 - JOAN MIRÓ
-

No es esférica la luna,
una espiral de silencios la ha acuchillado,

un escarabajo de azabache la ha devorado,

un holocausto de crepúsculos la ha desgarrado,

-un collar de amapolas la ha cegado.

Narciso delicado

Narciso III El perturbador, 1980 - RAFAEL MONAGAS

Cuerpo de soledades ciegas,

donde vagan las perdidas ilusiones

de un delicado Narciso 

quebrado en la luz del espejo.

Mirada que derrama presagios

en brazos de estériles sueños,

céreos bostezos de corales

que se funden en ardiente fuego.

Silencio que respira en mi sexo

con olor de azahares,

púrpura fragancia que perfuma

de escarcha mi aliento. 

 Amanecer en ti detenido,

besando la luna rota en cada jadeo,

desnudo en el aterido secreto

de tu verso muerto.

Una veta de ausencia

El Grito, 1893 - EDVARD MUNCH

La vida me desangra
sobre el cáliz de tus sombras.
Un caballo de espuma y plata
espolea con fuerza la razón
y prende las venas,
abandonándome en los brazos
de mi propia suerte.
La voz ya quebrada
se va apagando lentamente
hasta reventar en cenizas.

No me queda nada
ni el fracaso ni el hastío.
No me queda nada
ni el desamor ni el miedo.
No me queda nada
ni el dolor ni siquiera el recuerdo.

Ya no me queda nada.
Nada, sino una veta de ausencia
en la lluvia de sangre y esperma
sobre tu patria de metal.

Cielo de Manhattan

Il Mistero di Manhattan, 1973 - GIORGIO DE CHIRICO

-

Hundido en el último haz de luna

que germina en tu cerezo de cárdenos soles,

con la memoria oxidada por este clamor de tristezas

que naufraga en labios de ausencias y soledades. 

Osadía de campanas en primavera

que me precipitan a tu encendida corola,

con un susurro de ansiedades

que se clavan en el nervio de mis entrañas.

Desconsolado sobre tu rúbeo pecho,

mi tormento ardiente en tu excitada alma

se diluye en cada huella de esta sombra china

que sobrevuela el cielo de Manhattan.