Venus del Espejo (1647-1651), VELÁZQUEZ
Confesar tu ausencia,
besar el silencio a las tres de la tarde
o las tres de la mañana,
mirar al otro lado de la noche
y encontrarte desnuda,
ausente, sin palabra,
buscar ese evangelio
que te pronuncie sin recelo
desde el fondo del corazón,
cerrar las manos,
los ojos,
sellar los labios,
tocarte el alma.
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Inexorablemente, dos somos infinitamente más que uno.