The Echo (Study for Baignade), 1893 – GEORGE SEURAT
En la noche solo se escucha el eco del silencio.
El poema huele a jardín de estrellas calcinadas,
cuando la luz de la luna alumbra la piel de la ausencia
para convertirla en verbo, donde habita el océano
y se desnuda el tiempo en la soledad de la memoria.
Siempre me impresiona cómo consigues crear un poema con una sola frase, como si se tratase del suspiro que se exhala detrás de un beso.
ResponderEliminarHermosísimo, Noray.
El sielncio nos comprende, como la madre que asiente, pero no recrimina...
ResponderEliminarSaludos!
si todos los silencios olieran a jazmín
ResponderEliminarsin duda sería un jardín el paraíso vivo
besitos y buena semana
Que bello leerte, un poema lleno de tantos sentimientos.
ResponderEliminarbesos.
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Hermosa piel de ausencia.
ResponderEliminarBrisos
justo es el momento, tomaste de tu tiempo.
ResponderEliminartodo queda y después se ausenta eco y viene la memoria del intento.
Un abrazoooo!
Cuando el silencio se expande y rebota y se amplifica y se multiplica es justo cuando la memoria deja de escuchar a ese tiempo desnudo y comenzamos a ser conscientes de que el verbo soólo puede ya proclamar ausencias.
ResponderEliminarPreciosas imágenes, como todas las tuyas.
Besos
caray! siempre las letras llegan cuando uno mas las necesita! muchas gracias y un abrazo!
ResponderEliminarredondo...qué lindo!
ResponderEliminargracias noray,
deseando conocerle este septiembre
en sigüenza...
tenemos unas cuantas noches de silencios
y estrellas por comentar...
salud...)
En la madrugada del alma
ResponderEliminaren el silencio de la noche
todo aparece
tal como es...
infinito
Un abrazo.