Retour a Itaca, 2004 - ASDRÚBAL COLMENÁREZ
A Kavafis y a Lluis Llach,
con gratitud eterna.
De aquella época recuerdo
pasajes bellos de mi vida
y otros que, sin serlo,
dejaron en mi profundas huellas.
Sea como fuere,
en plena adolescencia,
comencé a leer a Kavafis
y a disfrutar con lo mejor de la poesía.
Recuerdo que, cuando escribía prosa o poesía,
firmaba siempre con el seudónimo de Ítaca,
quizás porque, desde aquella época de juventud,
aventuraba que mi vida
iba ser un viaje a la deriva,
un largo éxodo interior
que nunca llegaría a terminar.
En el camino he dejado a seres queridos
que, lentamente, han ido ahogándose
entre mis sombras,
aunque también han aflorado
en el barco otras maravillosas sombras
para compartir la singladura eterna.
En la travesía he lanzado por la borda
cada uno de los espejismos de las Ítacas
que he ido descubriendo y amando
porque sé que, tras el horizonte infinito,
la verdadera Ítaca me está esperando
Hoy continúo pensando que Ítaca es mi travesía
y que, a pesar de todos los sinsabores
que tenemos que atravesar cada día,
la vida es demasiado bella
como para no disfrutarla a cada instante,
demasiado grande como para no empaparnos
de tantas experiencias y de tantos conocimientos,
también extremadamente demasiado corta
como para no ser yo en mi propia existencia.
Por ello, siento el anhelo de compartir
mis reflexiones y mis sentimientos,
mis sensaciones y mis olores,
mis amaneceres y mis recuerdos,
mis noches y mis sombras,
mis atardeceres y mis olvidos,
mis soledades y mis ausencias,
mis gritos y mis silencios,
algunos retazos de mi vida
y también de mi muerte.
Ahora me dispongo
a soltar el amarre de este noray
y proseguir mi retorno a Ítaca,
patria de donde, quizás, nunca debí salir.
Tengo preparado mi equipaje:
mi pensamiento, mi corazón,
mis simples manos;
no necesito gran cosa
para emprender este viaje.
Por muy larga que sea la travesía,
aunque las sombras me asalten
en medio del océano y de los mares,
aunque la soledad me hunda
hasta el abismo de las profundidades,
aunque me destroce el cuerpo
y se me rompa el alma en mil pedazos,
a pesar de que pueda morir
ahogado en mi propio llanto,
sé que Ítaca estará esperándome.
El mar, la inmensa mar,
como el agua que mana del corazón y del alma,
siempre nos da la experiencia y la vida,
siempre nos sacia y nos calma.
Hoy comienzo el viaje,
retorno a Ítaca
y, aunque sé que es larga la travesía,
sé que lo que me espera es la vida.
En mi viaje sólo llevo lo que soy,
mi pasado, mi presente, este instante,
y, aunque sé que el precipicio
me tragará en una feroz vorágine,
también sé que las lunas
me calmarán en mis sueños
y me reconfortarán los cantos
de las legendarias sirenas
y al final del trayecto,
cuando esté ya abatido y muerto,
renaceré de nuevo en Ítaca.
¡El mar es tan inmenso,
y yo tan insignificante!,
pero los dioses de los vientos
me protegerán en los combates
con mis propias tinieblas.
El mar es demasiado inmenso,
pero ya he soltado amarre,
y yo soy un hombre solo
que, a pesar del infortunio,
sé que llegaré a Ítaca.
En medio del mar,
cuando el sueño me venza
y la tenue luz de la luna acune mi barca,
cuando me encuentre a solas con mi alma
y escuche un tañer de soledades,
de tristezas, de vacíos, de miedos,
te soñaré enhebrando hilos de plata
para bordar en mi bandera
las iniciales de mi patria.
Era necesario que me adentrara en el mar,
no me atrevía a soltar amarras
y dejar mi noray en tierra firme,
pero hoy, al amanecer,
decidí emprender el viaje
de retorno a mi amada patria.
Y la verdad es que lo que llevo
de travesía me apasiona,
sobre todo porque siento que Ítaca
está más cerca de lo que soñaba.
Aunque la travesía será larga
sé que tendré la sinfonía
de los cuatro vientos,
sonando entre las espumas
de las blancas olas del océano,
mientras lanzo mis redes cada día
para pescar un puñado de perseidas
que me alumbren en la travesía
y, como un faro, me guíen
en la singladura de un nuevo día
en que Ítaca estará más lejos.
Tendré que detenerme en diversos
y misteriosos puertos,
voy sin más provisiones
que las que he contado:
mi cuerpo, mi música
y mi alma de soledades llena.
Cuando llegue a nuevo puerto
y amarre en otro noray
me proveeré de alimentos,
respiraré mágicas fragancias
y conoceré nuevas realidades,
que harán más fuerte, si cabe,
mi tesón en continuar el viaje.
Y de nuevo zarparé, con rumbo cierto,
mirando al frente, sabiendo que Ítaca
se ve y se presiente allá a lo lejos,
volveré con mis sombras y con mis miedos
a adentrarme en las médulas del océano
para crecer desde dentro,
inmerso en las batallas de mi razón,
dejando los jirones de mi cuerpo
anclados en la ausencia de mi amante
que está en Ítaca esperándome.
Y siempre le agradeceré a Ítaca
este hermoso y largo viaje,
donde me vacío en mi interior cada madrugada
y me lleno de mares y océanos cada mañana,
donde muero cada noche en cada verso
para renacer de nuevo buscando el significado
de todas la Ítacas.
3 de Junio de 2008
Una delicia leerte.
ResponderEliminarDurante muchos años he vivido en mi Ítaca feliz, no añoraba nada más, depués el destino me fue quitando los tesoros que yo creía que me pertenecían, y reposan en la mar.
Pero nadie pertenece a nadie, se llevaron de mi Ítaca feliz a mi hijo y a mi esposo y me quedé llena de vacíos, de silencios.
Voy hacer como dices, "Saldré de esta Ítaca y buscaré otra que me está esperando..."
¡Feliz viaje!.
Un beso grande.
Y yo te deseo lo mejor en tu Ítaca, sobre todo que sigas atravesando la palabra para hacerla verso.
ResponderEliminarUn saludo
mj
Que declaración de pensamientos más hermosa. Sólo espero, que en ese viaje iniciado, tu nave fondee en mi puerto. Te presto mi noray para la parada. No quiero que me dejes solo...
ResponderEliminarNo te vayas, Noray, que te queremos...
ResponderEliminarUn abrazo.
Noray, me resisto a interpretar esto como despedida, pero tienes mi apoyo de maiga y mi cariño para tu viaje o tu pausa.
ResponderEliminarEntretanto, para el viaje, pasa a recoger algo por mi laberinto, por favor.
Besos, te quiero mucho
El eterno periplo hacia el interior.
ResponderEliminarLo has demostrado bien en estas letras, no te sacias, no te conformas, eso habla bien de tì.
Que este retorno y eterno viaje sea para seguir llegando a las profundidades.
No eres insignificante, eres grande.
Mi abrazo, Noray.
Mi mente cree recordar que ya leyó esta parte de tu vida en algún otro blog, en el de Ítaca, vaya. ¿Estoy en lo cierto? Me gustó verlo en tu noray. Es muy auténtico. Un abrazo fuerte.
ResponderEliminarHermoso viaje interno ,intimo .
ResponderEliminarGracias por compartir tu viaje , tu poesia .
Un abrazo
Me tranquilizó ver la fecha, porque, al leerlo se me encogió el corazón pensando en despedidas.
ResponderEliminarItaca...
Yo rogué que el viaje fuera corto y me costó entender que al ser largo, me iba haciendo antes de llegar.
Aún estamos en eso ¿si? en mitad del viaje.
Un beso grande.
Y si te paras un momento, te miras y te dices: "Yo soy Itaca" Vaya a donde vaya todo lo demás será lo que me rodee no yo...
ResponderEliminarUn abrazo Noray y hasta mañana aquí contigo Itaca. ¿Sí?
¿Me permites no hacer comentario y seguir leyendo tu imagen?
ResponderEliminarUn abrazo fuerte.
No voy a comentar nada, Noray. Espero haber sido en este tiempo una minúscula perseida.
ResponderEliminarUn beso INMENSO, poeta.
Soledad.
Abrazos...
ResponderEliminarItaca, es sin final
ResponderEliminarcomo las palabras
que no terminan.
Siempre ♥
En silencio te leo te sigo, donde tu alma y corazón decida viajar, libre y en busca siempre de la esencia misma de ser y vibrar, de amar y volar, de caminar y entregar siempre.
ResponderEliminarcariños muchos.
besotes.
Ahora entiendo. Itaca serás por siempre, hermosa y sentida poesía. Siempe un placer visitarte.
ResponderEliminarUn beso grande.:-)
Yo tengo la misma idea que tú: compartimos el mismo viaje. Y viajamos por la vida y por los versos en busca de nosotros mismos.
ResponderEliminarPero jugamos con ventaja respecto a Odiseo: al partir o en el curso del viaje o vete tú a saber cuándo, leímos a Kavafis.
Un abrazo