El frío abandona el jardín de las camelias,
germinadas en la punta del alfiler de tu solapa.
El mediodía se vuelve crepúsculo de algas y cenizas
y el jardín florido se torna erial con sombras de olivos.
Alcanza el crepúsculo el último dique seco,
sin faro de guía en esta arboleda de viento y sal
que el fuego del estío quiebra la quietud del aire.
En un instante, el crisol de las ramas vomita savia de sangre
e incendia las raíces de la rosa de los vientos.
Mi vista es patria de agrias palabras
forjadas entre las viejas arcillas de la noche.
El silencio vuelve a franquear los restos del vergel
y debajo del olivo, entre cadáveres de magnolias y azucenas,
se asoma una frágil y delicada violeta sangrante,
herida de muerte por el dolor de los siglos.
Una cálida brisa acaricia con su luz la sombra de estos olivos.
ResponderEliminarTu mirada azabache los protege del viento.
Sus ramas verdes están pletóricas
de alegría.
Un beso.
un viento frío me ha recorrido mientras te leía... un incendio de frío sintiendo el dolor de los siglos...
ResponderEliminarun abrazo
oh el tremendo sentido
ResponderEliminarde lo amado,lo perdido
siempre se mezclan en ti
magnolias y azucenas
noches con espera,
azabaches...agrias
palabras de arcilla
alfarero de la poesía
modesta violeta
Te descubrirá el día
en su honda algarabía
y siento que te perderé cual
verde ciprés del cementerio,
junto amis sueños muertos,
bajo los olivos cenicientos
pero siempre vivos!
♥♥♥besos♥♥♥
Fecundo olivo del que tales violetas surgen.
ResponderEliminarFeliz la mirada que lo sabe ver.
Un abrazo.
Porqué será que la deseperanza nos vence.
ResponderEliminarSaludos
Poeta, florida y bella es tu poesía!!!
ResponderEliminarMaravillosa!!! y que placer leerte.
El primer verso es sublime, realmente lo es...y Madame Butherfly de fondo...
Y la Azucena sintió mis deseos
ResponderEliminarde morir por seguir viviendo,
quería vibrar y sentir en mí
cálidos vientos de amor en celo.
Os espero siempre al otro lado del deseo
Evocas al árbol de mi tierra, al milenario olivo que cubre los campos de gran parte de mi Andalucía.
ResponderEliminarA la sombra de los portadores del oro líquido, cualquier cosa es posible.
Leerte en dicho paraje, sería sin duda un privilegio.
Un abrazo y cuídate.
A ustedes
ResponderEliminarY el frío, indiferente,
franquea el vergel
y debajo del olivo,
entre cadáveres
de magnolias y azucenas,
se asoma una frágil
y delicada violeta,
sangrante y herida de muerte
por el dolor de los siglos.
Y en los pétalos
se refleja la vida entera,
como una nube volandera
surcando nuevos horizontes
en el firmamento azul.
Y la sangre derramada
es un río de esperanza
que corre a la mar
para fundirse en el alma
con olas de plata.
Un abrazo