Saturno devorando a uno de sus hijos, 1819 / 1823 - GOYA
Las calles corren esta noche
por las espesas alamedas
y los puertos surcan nubes
donde atracan grandes trasatlánticos
de plata y algodón.
Una cuadriga de unicornios
galopa en el cielo
con un farol de luciérnagas
y yo continúo inquebrantable
en esta oscura mina de destrucción.
Dicen que será mañana,
cuando el sol posea a la luna
en una cópula al alba
sobre un tálamo de melancolía.
Dicen que será mañana,
cuando ascienda del averno
y me mude en Saturno feroz
para acabar con mi existencia.
No, no quiero,
no quiero que acabe esta noche.
No, no quiero,
no quiero que llegue el alba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Inexorablemente, dos somos infinitamente más que uno.