Procesión en la cumbre, 1935/1936 - JESÚS ARENCIBIA
Muere la tarde
en las cumbres de Artenara.
En el horizonte,
detrás de la corona
de Tamadaba,
el Teide se desgrana
en un inmenso mar
de ámbar.
La serena lluvia
germina la luz de la luna embelesada
en la rama florecida de un ciruelo solitario.
Muere la tarde en las cumbres de Artenara.
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Inexorablemente, dos somos infinitamente más que uno.