Wound, 2006 -
KEITH PERELLI
Si la luz se hace diáfana
con los primeros silencios de la noche,
no sé por qué se oscurece la palabra
cuando hiere la mañana.
Los ojos se inundan de brumas
y los labios se sellan,
al tiempo que juega la memoria
entre los brazos del olvido.
El cuerpo se estremece
entre las nuevas sombras,
que afloran en las ramas
del cerezo sin florecer.
Se acrecienta el dolor
y vuela la ausencia
desde las aristas de la piel
hasta el fondo del alma.
No puede haber corazón
que soporte la arritmia
de esta profunda herida
en la carne cada jornada.
La mejor compañera la noche para guardar los silencios del alma.
ResponderEliminarUn saludo
Hermoso poema .
ResponderEliminaren el fondo añoranza y dolor.
Un Saludo poeta