The shadow on the woman, 1953 – PABLO PICASSO
Un reloj de jazmines
se enciende en la noche oscura
cuando me alumbro en el espejo tu mirada
y me veo reflejado en el infinito.
Sólo soy la herida febril
que nunca llegará a cicatrizar
en el crisol de tu pecho nevado
al llegar la marea de la madrugada.
Se precipitan en mí las horas
entre las médulas de tu carne
y palpita sin piedad alguna
el diapasón del tiempo.
Soy la sombra que germina
entre tu luz y tu sombra,
la luz que reposa en silencio
en tu vientre desnudo.
Eres inmenso Noray.
ResponderEliminarNunca eres sombra,
eres, en cualquier caso,
la luz que aparta las tinieblas y la soledad.
Te abrazo,
Ad infinitum.
Sombra a contraluz de la belleza...
ResponderEliminarUn abrazo,
los cuatro últimos versos
ResponderEliminarhacen una imagen poderosa
llena de pasión y de estremecimiento
Felicitaciones!!
beso
Nace, crece, suspira...
ResponderEliminarSaludos y un abrazo.
No se que decirte que pueda sonar a nuevo. Bravo, gran poeta.
ResponderEliminarSi el amor que sientes, te hace capaz de escribir esos verbos. Tres oles, por él.
ResponderEliminarEnhorabuena.
un abrazo.
Entre mi luz y mi sombra...Me he sentido aludida.
ResponderEliminarMaravilloso poema.
Un abrazo.
Qué intensidad en el amor y qué dificil plasmarla magistralmente en palabras como tú lo haces.
ResponderEliminarEres grande.
Un abrazo.