Antígona, 1882 - FREDERIC LEIGHTON
Valiente y desafiante Antígona,
enfrentada al cruel destino
al arrancar el cadáver de Polinices
de las fauces de las alimañas.
Incansable y osada Antígona,
retando al eterno silencio
entre un collar de palabras
agujereadas por el olvido.
Inmortal e indeleble Antígona,
condenada a ser enterrada viva,
tu suicidio será siempre la liberación
de todas mis muertes.
Tus versos ayudan a esa inmortalidad. Me escapé un momento en el trabajo para leerte. Je, je, je. Necesitaba un respiro. Espero que estés bien, maestro. Un abrazo.
ResponderEliminarNo habrá muertes
ResponderEliminarmientras tus versos
sigan incendiando el sol de mi aurora
cada vez que amanezco.
un beso noray.
Nuestra adorada Antígona... en tus versos.
ResponderEliminarMe gusta la Antígona humana, cuando mira la muerte a los ojos.
También he cantado su "terrible soledad de Bruto" en su encierro de roca... imagino que pensando en los pedazos de su hermano y en la traición incompleta de Ismene.
Se queda prendido, en tus versos, su último suspiro.
Un beso, poeta.
Soledad.
Si tus versos son eternos poeta.. la muerte para ellos es solo un paso a lo eterno, vida..
ResponderEliminarprecioso como siempre..
es un gusto leerte poeta.
saludos fraternos
un abrazo
escoger
ResponderEliminarla propia muerte
y ese acto desafiante
el mismo gesto
de la inmortalidad
un abrazo
Increíble personaje esta mujer, con una muerte que no deja de ser absurda.
ResponderEliminarTu poema, maravilloso.
Gracias por tu comentario, sos muy amable.
BESOTES HERMOSA
Mil disculpas, te puse hermosa, me rectifico, hermoso!! No me mates !!!
ResponderEliminarbesotes
Tributo exacto y lírico de un personaje que aún sigue causando cierto escándalo magnético..
ResponderEliminarApasionante poema!!
Muy lindo tu poema amigo !!!
ResponderEliminaryo cada tanto escribo alguna cosa,
ya publicaré algo algún día...
un gran abrazo amigo...
un regaliño para voce...
El suicida:
No quedará en la noche una estrella.
No quedará la noche.
Moriré y conmigo la suma
del intolerable universo.
Borraré las pirámides, las medallas,
los continentes y las caras.
Borraré la acumulación del pasado.
Haré polvo la historia, polvo el polvo.
Estoy mirando el último poniente.
Oigo el último pájaro.
Lego la nada a nadie.
Jorge Luis Borges (1899-1986)
Tragedias engendradas por un destino inexorable con el que los dioses oprimen a los hombres.
ResponderEliminarDignidad de quien elige su propia muerte tras afrontarla por seguir el dictamen de su propia conciencia.
Quizás sea esa la grandeza de personas como Antígona. Para ella tomaré los últimos versos del magnífico poema que me dejaste en tu comentario:
"Sin más dioses ni más demonios,
sin más infierno ni más paraíso
que nuestra propia libertad."
Un abrazo.