Atraviesas el alba
y derramas la luz
de los dorados abanicos
del sol naciente.
Llegas a la fresca mañana
y clavas en el aire
de todas las miradas
la tenue sombra de la luna.
Caminas en el mediodía
y, sin dejar huella,
lanzas voces de ecos
llenas de colores.
Cruzas la ancha tarde
sobre el bosque de mi piel
y dejas una cálida fragancia
en el frío paisaje.
Agonizas en la noche
y mueren las luces
para alumbrar las sombras
de mi desértica alma.