Portrait of Juan Gris, 1915 - AMEDEO MODIGLIANI*
Es viernes en la medianoche
y el reloj del estudio se desespera
mientras otra hoja muere en blanco.
¿Acaso se puede pintar la muerte
de forma más absurda que en color blanco?
Son demasiadas ideas y palabras
las que yerran por mis arterias
en busca del oxígeno necesario.
Demasiados silencios los que se desnudan
sumergidos en el hielo de este gin tonic.
No sé si al otro lado de la noche
habitará alguien para encenderme,
para prender todo el magma preciso
que sea capaz de licuar la gélida escarcha
hasta convertirla en crepúsculo de agua.
Es medianoche en mi cerebro,
mis dedos sufren una extraño entumecimiento
y mi corazón ha dejado de latir hace una eternidad
en la Brasserie Lipp de Saint-Germain-des-Prés
o sobre las interminables aceras de cualquier otra calle de París.
Entre las sombras de todos los espejos olvidados de la nada
se asoman, desde Montparnasse, Sartre y Simone de Beauvoir,
al tiempo que Yves Montand sigue cantando Les feuilles mortes
para Simone Signoret en el Cementerio de Père-Lachaise
bajo la inmortal mirada de la Callas y Chopin.
Es medianoche ya, aunque podría ser de madrugada,
mi voz se oscurece entre la luces transparentes
de este fría y ancha copa de Bombay Sapphire,
mientras termino de leer El Siglo de Sartre, de Bernard-Henri Lévy,
y repito con él la última frase: “este viejo era nuestro joven”.
* Amedeo Modigliani también está enterrado en el Cementerio de Père-Lachaise.
Amigo y poeta Noray, maestro de maestros. ¡Qué maravilla de poema! No sé si lo has escrito en un bistró viejo de París o en la Brasserie Lipp de Saint-Germain-des-Prés, pero me has hecho revivir uno de los períodos más interesantes de mi vida. Viviendo en París pude asistir a una tertulia de amigos y poetas españoles y franceses en Montparnasse, lloré en la tumba de Chopin en el cementerio de Pere-Lachaise y bebí el vino joven francés hasta el final. Ahora mismo voy a buscar una botella de la buenísima ginebra Bombay y brindar por ti. Voy a decirte lo mismo que le dije a mi amigo y poeta Frank Ruffino, "un día apareceré por tu casa, llamaré a la puerta con mi mano abierta y gritaré: vámonos deprisa poeta, que se nos está haciendo demasiado tarde". Un abrazo muy fuerte.
ResponderEliminarQue poema mas genial Me quedo con el tercer párrafo pero todo el poema es fantástico. Un abrazo
ResponderEliminarMadre mía, Noray...Tenías razón !!!
ResponderEliminarEl tema, el lugar, el ambiente... parece como si hubiésemos escrito con la misma alma y la misma inspiración...salvando las distancias, TÚ MAESTRO...y yo, humilde aprendiz.
Y lo que no podías adivinar es que, mientras escribía, a mi lado se fundía el hielo de un gintonic de Bombay.
Y la canción...maravillosa...
ResponderEliminarsin palabras
ResponderEliminarfelicitaciones!
beso
Noray, entre los poetas que he leido, seguro sos de mis favoritos. Escribí algo en mi blog. Que hermoso escribis, estas lleno de emociones y sensibilidad.
ResponderEliminarAbrazos!
Disfruto mucho en tu rincón, gracias por darme este placer tan necesario de las buenas letras.
ResponderEliminarUn abrazo.
Se nota por tus letras un discurrir de energía puramente poética, dominando los tiempos agradablemente como un maestro que fluye.
ResponderEliminarUn placer acercarse a tu espacio de nuevo.
Un cálido abrazo.
Que bello excursus literario poético por la memoria y el hastío de los momentos en que perdemos el horizonte de la ilusión que nos mueva...como siempre eres un ser de una extremada delicadeza espiritual...un abrazo de azpeitia
ResponderEliminarHermoso poema. Felicidades.Un beso y buen fin de semana
ResponderEliminarLa hor bruja, la hora mágica donde todo es posible, porque los sentimientos juegan por los rincones.
ResponderEliminarUn bello poema.
Un ÇAbrazo.
Estas saturado de mundo querido amigo.
ResponderEliminarune très belle chanson,
ResponderEliminarla mort est joie qui pénètre mon âme
"Demasiados silencios los que se desnudan sumergidos en el hielo de este gin tonic "
ResponderEliminarMe quedo con esta frase, por que hablan los silencios, aportan esos sentimientos que algunas veces todos compartimos en soledad.
Gracias por estos versos llenos de pasión.
Un beso
Que preciosidad de poema, Noray... yo me voy transportando entre tus versos hasta el sonido y la nostalgia de las calles interminables del viejo París y me viene al pensamiento que la muerte a mi me gustaría no pintarla de blanco sino tal vez de azul, como el azul del cielo sobre el mar o el azul de la tarde sobre el Sena.
ResponderEliminarBesoss Noray y gracias mil
reunes varias cosas.....me alegra verlas juntas y próximas a mi.
ResponderEliminarun abrazo.
Noray, el poema es bellísimo con todos los ingredientes justos y necesarios.
ResponderEliminarUn abrazo,
Condensada la ciudad de la luz sobre la oscuridad interior.
ResponderEliminarBien elegida la imagen. Modigliani sobrevuela París, pero el silencio de Jeanne Hébuterne todavía se puede respirar en la rue Amyot.
Un beso.
Laura