
Cuando estoy refugiado
entre tus manos
siento el suave aleteo
de tus lágrimas deslizándose
por el contorno
de mi cara
y mezclándose
con mis propias lágrimas.
Mirándote me quedo adormecido
en el fondo oscuro
de tus pupilas
y en medio
de mis sueños faraónicos
me encuentro solo
y, si no estás tú,
vacío.