
El viento acaricia el perfume de las rosas
deshojadas sobre el umbral de la tierra mojada.
La noche está fría, como mi alma de escarcha
derritiéndose en el fuego eterno de tu mirada.
Sobre las ramas de los árboles del jardín
se escucha el solitario canto de un gorrión
que se encuentra perdido en la oscuridad.
Necesito continuar tras la puerta,
forjando universos de funerales y glorias,
tejiendo infinitas redes de instintos e ilusiones,
soñando y navegando aunque sea a la deriva,
y mis ojos ya húmedos se cierran suavemente
para no dejar escapar el aire.