
Miro la cama vacía,
donde se arropa el miedo
en las noches de tormenta,
el lecho que guarda tu sombra
bajo las sábanas.
Este tálamo vacío,
sin sexo y sin amor,
el mismo que me engulle
y me hace despertar al amanecer
con el miedo grabado en la cara.
Desde este lecho vacío,
bajo mi desnudo insomnio
y tu eterna sombra
brotan flores y arboledas
que aún no han visto la luz.