
El mar está sereno.
Sobre la arena
se amontonan un sinfín
de redes y nasas.
Los marineros preparan
sus descosidas barcas.
Ya salen.
Es noche de calma,
y se escucha el aleteo
de las gaviotas,
lamiendo las espumas
de las olas
junto a las barcas.
Ya se alejan.
Aún se oyen
sus roncas voces
en la distancia.
Ya están mar adentro,
se disponen
a tirar sus vidas,
más tarde
las sacan.
Apenas queda luz,
el gran faro nocturno
se apaga.
Retornan a tierra,
un intenso olor
a pescado
impregna la playa.
De nuevo,
sus palabras
salinas y agrias,
despiertan un amanecer.
También las piedras
despiertan.