
Te desnudo despacio,
a la luz del antiguo farol
que alumbra el patio
donde cuelgan los rosales,
y te cubro con el lienzo
de tiernas flores marinas
y de tus brazos brotan
las bridas de mi piel.
Te seco las lágrimas,
que caen como estrellas
por la suave tez
de tus entrañas,
y te baño con el rocío
embriagador de los corales
en las primeras luces
de la nueva aurora.
Te beso en los labios
con el ardor y la dulzura
de una larga noche
de amor apasionado
y, con un intenso abrazo,
me vacío en ti como la ola
que derrama la espuma
en la orilla de la bahía.