
Sembrador a la Puesta de Sol, 1888 – VINCENT VAN GOGH
“Ante tu pecho erguido no hay ocaso,
amanece sin pausa un nuevo día”
JOSÉ LUIS ZÚÑIGA
Nos quema el tiempo
y muere solitario el verbo
en los labios antes de nacer,
apareciendo libre y desnudo
con la primera luz del alba.
Es la ausencia de palabras
recorriéndonos la piel
y dejando un rastro de sangre
de enardecidas amapolas
suspendido en nuestro aliento.
Son las espinas de la noche
haciendo surcos en las manos
para arar el campo yermo
y aflorar a nuestros ojos
la hierba del recuerdo.
Nos abrasa el silencio
en la última puesta de sol
y, aunque no hallamos palabras,
armamos las alas de cera
para emprender el vuelo.