Posesión, 1914 - NÉSTOR MARTÍN FERNÁNDEZ DE LA TORRE
La noche se hace más oscura
en un corazón sin latido,
donde solo habita el silencio
dentro del vértigo y la soledad.
Las sombras arrasan la piel
y se infiltran hasta la médula,
transformando la sangre en hiel
con la luz cómplice de la luna.
La noche es una azucena herida,
es una desconsolada y tierna amapola
que aflora siempre en unos labios
rotos por el sueño y el dolor.